Qué tal, soy Lilly Téllez, senadora de la República.
En el Gobierno ya no se habla de otra cosa que no sean las corcholatas; estamos ante el show de la política, un espectáculo que se paga con tus impuestos.
Los politiquillos de siempre ya están en lo suyo: En la búsqueda del siguiente hueso, mientras nosotros, los mexicanos, seguimos enfrentando la delincuencia, la falta de trabajo, la escasez de agua, de electricidad y los malos, pésimos o nulos servicios públicos.
Videocolumna: Las corcholatas dejaron un cochinero y ya se van a tirar tu dinero
Ellos, los de Morena, ya están en campaña otra vez. López Obrador ya ni es presidente, más bien es el jefe del partido.
Las corcholatas ya dejaron tirados sus encargos; tomaron los recursos de las oficinas y se llevaron a sus empleados a hacer campaña.
Adán Augusto, la corcholata de relleno, va a dejar la Secretaría de Gobernación en medio de una crisis de violencia y de desbordamiento del crimen organizado.
Este sexenio, que aún no termina, lleva más de 156 mil homicidios, ya es el de más asesinatos de la historia porque los de Morena son socios de los criminales y los llenan de abrazos.
Por si fuera poco, se han tomado aeropuertos y carreteras porque a los pequeños y medianos agricultores les quitaron sus apoyos; están en crisis y, para colmo, solo reciben insultos de la propia boca del presidente.
Ya no importa quién llegue a la Secretaría de Gobernación, los van a seguir engañando.
Por otro lado, Marcelo Ebrard abandonó la Secretaría de Relaciones Exteriores justo cuando México y Estados Unidos tienen uno de los conflictos comerciales más graves.
México está a punto de ser llevado a tribunales internacionales porque el gobierno no cumple las reglas del Tratado de Libre Comercio y el canciller, que debería estar resolviendo el conflicto, dijo: Ahí se ven.
Pero, tal vez, la más desvergonzada de las corcholatas es Claudia Sheinbaum.
Ella llegó por el voto de la gente y ahora les da la espalda; no solo deja colgados los problemas como el del Metro, que cada día colapsa más con pasajeros que tienen que salir por las ventanas o que tienen que caminar entre las vías para huir de una tragedia similar a la de la Línea 12.
Claudia Sheinbaum abandona la Ciudad de México en medio de un momento crítico: En plena ola de calor y de la catástrofe que se avecina por la falta de agua.
La crisis climática ya está aquí y las reservas de agua de la ciudad se están acabando en estos momentos. El Cutzamala se vacía, los pozos ya no dan para más, y las lluvias no llegan.
Como consecuencia, pronto veremos que se raciona el agua en las colonias, un día sí y otro no, y tendremos que pagar por pipas, y eso si es que hay.
Les voy a decir por qué.
Porque Claudia Sheinbaum no hizo nada para prevenir esta crisis durante cinco años, porque no reparó las fugas del sistema en donde se va el 40% del agua, porque no hizo nada para tratar masivamente las aguas residuales de la ciudad, porque no invirtió para que capturemos y tratemos el agua de las lluvias.
Desde el día uno de su gobierno, Sheinbaum ha pensado solo en la presidencia y por eso solo usó el dinero en políticas de corto plazo; ya ven lo que dicen: Obra que no se ve, votos que no llegan.
Ella, Adán y Marcelo no tienen vergüenza, se van a recorrer el país y a gastar el dinero público como si no hubiera problemas urgentes que resolver.
Cada espectacular, cada barda, cada playera con los nombres de las corcholatas, que es pagada con nuestros impuestos, es un insulto a los ciudadanos; es indignante tanto dispendio y tanta indiferencia.
Si las corcholatas querían el apoyo de la gente, lo hubieran ganado con resultados.
Los mexicanos estamos hartos de que cada seis años nos quieren ver la cara con promesas y, lejos de resolver, agravan los problemas.
Basta ya de esta clase política inepta y corrupta. Ya es momento de un cambio.
Las corcholatas dejaron un cochinero y ahí van ya en busca de otro hueso. No saben trabajar, solo son vividores de cargos públicos.
Ya basta.
A México le urge un cambio, le urge un nuevo rumbo.