Hay dos tipos de relaciones entre los políticos y los encuestadores: Una es tóxica, de amor y de odio, cuando les gustan los resultados las alaban y cuando no, las descalifican; y la otra es una relación comercial, el político paga al encuestador para que lo ponga en el lugar que quiera.
Pero cuando algunos te dicen que las encuestas no votan, no te vayas con la finta eh, por supuesto que influyen en la percepción y en el ánimo. Y son instrumentos de medición indispensables para evaluar las campañas electorales.
Vean el vuelo que ocasionó la del El Universal, es un periódico serio y con prestigio, y al presentar a Sheinbaum tan despegada de Xóchitl, prendió alarmas por todas partes: Qué si la candidata está sola, que si tiene que relanzarse, qué si la tomó a chiste y ya la quieren ver más seria, en fin, no es justo cargarle todo a Xóchitl. Me consta que está haciendo un enorme esfuerzo con su gran talento y capacidad de trabajo.
Y claro que se sintió la ausencia de su jefe de campaña, de Santiago Creel, en momentos difíciles. Sí, Sheinbaum está muy arriba, pero a Xóchitl no la conocen todavía la mitad del país. Además morena lleva mucho tiempo organizado y Sheinbaum anda sumando aliados entre propios y extraños.
Las campañas son como las guerras y las encuestas son armas poderosas. Las encuestas vendidas dañan a quien les cree, pero también, dañan a quien las paga. Y las reales nos sirven a todos para saber cómo van los caballos y reafirmar o corregir estrategias. Aquí el punto es distinguir entre los encuestadores serios y los mercenarios, lo digo por experiencia propia.